Dientes afilados de 10 centímetros, la parte superior de una mandíbula, de 60 centímetros, fragmentos de una tibia, partes de un fémur e incluso un trozo de una vértebra de la cola de un dinosaurio han servido a un equipo de científicos portugueses para deducir que estos restos pertenecen al ejemplar carnívoro más grande de Europa.
Fue en el año 2003 cuando el paleontólogo y coleccionista amateur Aart Walen dio con estos fósiles en los acantilados de Lourinha (Lisboa, Portugal). A partir de este hallazgo, los científicos detallaron en su estudio que este dinosaurio, bautizado como Torvosaurio gurneyi , medía 10 metros de longitud y pesaba unas cuatro o cinco toneladas.
La región portuguesa donde se encontraron estos restos, Lourinha, es una zona conocida por la gran diversidad de restos fósiles que se han ido encontrado a lo largo de los años. La importancia de este terreno se puede comparar a la llamada 'Formación Morrison', un terreno rico en fósiles del Jurásico superior (hace cerca de 150 millones de años) situado al oeste de Estados Unidos y Canadá
Este grupo de científicos ya clasificó al dinosaurio bajo el nombre de Torvosaurus tanneri, una especie norteamericana. «El cambio de denominación no es anecdótico: si los fósiles de lo que ahora son Portugal y EEUU pertenecen a una misma especie eso implica que ambos territorios estarían claramente conectados en algún momento del Jurásico Superior. Pero si son especies diferentes entonces hay que proponer que existió un prolongado aislamiento geográfico durante ese periodo», explica el paleontólogo español Luis Alcalá.
Al igual que el mítico Tiranosaurio Rex, el Torvosaurio gurneyi era carnívoro. Sin embargo, no convivieron en el tiempo, pues el Tiranosaurio vivió en el Cretácico; es decir, vivió 80 millones de años antes. Junto a él convivieron tortugas, cocodrilos, reptiles voladores conocidos como pterosaurios y pequeños mamíferos, todos ellos rodeados de abundante vegetación y agua.
Este arcaico carnívoro desbancaría así al que, hasta ahora, se consideraba el más grande de Europa: Baryonyx walkeri. Sus restos fósiles se encontraron en Gran Bretaña y ahora descansa en el Museo de Historia Natural de Londres. Medía más de nueve metros de longitud y pesaba alrededor de dos toneladas. Sin embargo, el minucioso análisis se ha realizado sólo con los restos del maxilar, «por lo que otros carnívoros no se podrán atribuir a esa especie si no se encuentra justamente dicha parte del esqueleto. Es el caso de los grandes dientes de terópodos españoles de una antigüedad similar, ya publicados, que los autores de la nueva especie no han considerado a la hora de establecer comparaciones de morfología y tamaño», declara Alcalá.
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