Solo tres de las 74 ciudades chinas controladas por el Gobierno central cumplen el estándar nacional de “aire fino” —es decir, aire sano— en 2013, según un informe publicado esta semana por el Ministerio de Protección Ambiental. Las tres ciudades se encuentran en áreas remotas, incluyendo Lhasa, capital de Tíbet. Las ciudades más sucias, incluyendo Pekín, están en el norte de China, donde se concentran las industrias de carbón, el delta del Yangtsé, en el este, y el delta del río Perla, en el sur. Un exministro de Salud, Chen Zhu, ha estimado que entre 350.000 y 500.000 personas mueren prematuramente cada año como resultado de la contaminación. (...)
Hay que reconocer que China ha estado haciendo grandes esfuerzos para fomentar las energías renovables (...). Una cuarta parte de la electricidad de China se deriva del viento, fuentes solares e hidroeléctricas. Pero el rápido crecimiento económico no ha disminuido el apetito del país por los combustibles fósiles, y mientras que el Gobierno se mueve para reforzar las normas de contaminación en los vehículos, muchos automóviles chinos están usando la gasolina más barata y más contaminante (...).
China no está sola. En todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud estima que la contaminación del aire ha contribuido en 2012 a la muerte de siete millones de personas (...) Sin embargo, la situación en China es tan grave que el primer ministro Li Keqiang anunció este mes una “guerra contra la contaminación”. (...) Es hora de que los líderes chinos piensen en un crecimiento integral y a largo plazo
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