Los datos científicos recogidos por el trineo de viento, el vehículo eólico del explorador Ramón Larramendi, que se encuentra actualmente circunnavegando Groenlandia, demuestran la existencia de contaminantes orgánicos y pesticidas en la Antártida.
Lo asegura un estudio realizado a partir de muestras recogidas durante una expedición al continente helado. La investigación se presenta esta semana en Basilea (Suiza), durante el congreso anual que la Sociedad Europea de Toxicología y Química Medioambiental (SETAC 2014) celebra del 11 al 15 de mayo.
La Antártida, ese "desierto helado, lejano e impoluto, con barreras naturales que en teoría lo protegen" es en realidad más vulnerable, ha explicado Ana Cabrerizo, directora de este estudio e investigadora del Instituto para el Medio Ambiente y la Sostenibilidad de la Comisión Europea. En el artículo también participan Jordi Dachs, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua; Ramón Larramendi, que lideró la expedición; Juan Pablo Albar, del Centro Nacional de Biotecnología (CSIC), que realizó la recogida de los datos, y Gemma Caballero (IDAEA-CSIC).
Los resultados de este estudio, dicen sus autores en un comunicado de prensa, ponen de manifiesto cómo el ser humano está perturbando la biosfera. Las sustancias que los investigadores han señalado como contaminantes orgánicos "en el aire, la nieve, el agua, la vegetación o las redes tróficas de los organismos en la Antártida marítima" son bifenilos policlorados y pesticidas organoclorados.
Desplazamiento de partículas
Dichas partículas contaminantes, de una vida media-larga, no quedan "atrapadas" en la nieve como en un principio se creía, retrasando así su llegada a la meseta antártica, sino que se van moviendo de las regiones templadas a las más frías.
El trineo de viento pudo realizar un muestreo atmosférico en un recorrido que va desde la Estación Novolazarevskaya, a 75 kilómetros de la costa, hasta el Glaciar Unión, cruzando el Polo Sur durante 35 días.
El vehículo continuará recogiendo datos científicos, esta vez en el interior de la isla de Groenlandia, donde se encuentra investigando las características de la nieve para el Instituto Pirenaico de Ecología, tras haber recorrido más de 500 kilómetros de los 5.000 previstos para la ruta.
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