Durante 16 millones de años se ha conservado intacto en una cueva australiana. Se trata del esperma fosilizado más antiguo encontrado hasta ahora, perteneciente a varios ejemplares de ostrácodos, un crustáceo microscópico con características similares al mejillón.
Los ostrácodos son crustáceos muy pequeños. La mayoría apenas mide unos pocos milímetros. El cuerpo blando de estos animales se encuentra resguardadas bajo sus conchas. Bajo ellas están bien protegidos sus órganos reproductores donde se generan las «células de la fertilidad». Según los científicos, estos animales se originaron hace al menos 500 millones de años.
Sin embargo, el tamaño de los órganos (que ocupan un tercio del cuerpo cuando son adultos), y la longitud de sus espermatozoides (que pueden alcanzar o superar un centímetro de longitud) hacen de este crustáceo uno de los seres con las células espermáticas más grandes del reino animal.
Esperma de las actuales especies de ostrácodos Esperma de las actuales especies de ostrácodos M.K.
Ahora un equipo de investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) ha dado con estos pequeños crustáceos en una cueva al noreste de Riversleigh, uno de los yacimientos de fósiles más famosos de Australia. Para su sorpresa no solo han descubierto que vivieron hace 16 millones de años, en el Mioceno, sino también hallaron bajo sus caparazones células de esperma, con núcleos de los espermatozoides- donde previamente estuvo el material genético- en un muy buen estado de conservación.
«Estos son los espermatozoides fosilizados más antiguos que se han encontrado en el registro geológico», explica el profesor Mike Archer, de la Escuela de de Biología, Ciencias de la Tierra y Ciencias del Medio Ambiente de la UNSW, que ha estado excavando en Riversleigh durante más de 35 años.
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Un modo de reproducción sin cambios
Según cuenta el estudio que publica la revista Proceedings of the Royal Society B, «se demuestra por primera vez que las células gigantes que forman el esperma ya las producían los ostrácodos de agua dulce hace 16 millones de años», una idea que ayudaría a verificar que el modelo de reproducción de estos seres ya se daba desde entonces y que es calificado un «éxito» por la principal investigadora del estudio, Renate Matzke-Karasz. «El modo de reproducción ha permanecido sin cambios», señala.
Los crustáceos encontrados pertenecen a las especies Heterocypris collaris y Newnhamia mckenziana. Las características de los espermatozoides llamaron la atención a los investigadores tanto por su gran tamaño, que solo es superado por algunos insectos, como por la carencia de flagelos -un mecanismo que ayuda a la movilidad del espermatozoide para que éste llegue con éxito a fecundar a las células sexuales femeninas-. Un hecho que han podido comprobar los investigadores a partir de las reconstrucciones en tres dimensiones que han realizado con tomografías de rayos X.
Espermatozoides de un centímetro de longitud
En total, fueron 66 fósiles de ostrácodos los que estudiaron: «Utilizando este método, pudimos reconstruir en tres dimensiones la morfología de las células gigantes de esperma», explica la investigadora. Además, determinaron que la mayor parte de los crustáceos hallados en el yacimiento medían pocos milímetros de longitud, pero los restos de espermatozoides de algunos de ellos, en cambio, alcanzaron hasta un centímetro de longitud.
El buen estado de conservación en el que se han mantenido estos fósiles se debe, según los expertos, a la calcificación de su concha. «Gracias a la calcificación de su concha, que frecuentemente se fosiliza, a menudo se conservan y es fácil de reconocer». Sin embargo, admiten que es raro que las partes blandas se hayan mantenido a lo largo de todos estos años. Una de las hipótesis que barajan es que se deba al alto nivel de fosfatos puesto que éstos favorecen la calcificación.
De hecho, el lugar donde se encontraron fue una cueva frecuentada por murciélagos cuyas deposiciones son ricas en fosfatos y éstas fueron las que probablemente «aseguraron» la conservación de los crustáceos.
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