domingo, 3 de noviembre de 2013

Lo último en fármacos adelgazantes: las incretinas

Una molécula sintética que imita a una hormona natural llamada incretina es capaz de reducir el peso y la diabetes tanto en monos como en humanos. Las incretinas naturales se hallan en el intestino y sirven para estimular la secreción de insulina por el páncreas después de las comidas. Brian Finan y su grupo del Centro Helmholtz de Munich, junto a colegas de Estados Unidos y Suecia han obtenido buenos resultados en un estudio con 53 personas que padecen obesidad y diabetes. Lo presentan en ScienceTranslational Medicine, la subsidiaria de la revista Science dedicada a las investigaciones con probable o inmediata aplicación clínica.
La lenta pero continua subida de la esperanza de vida en los países occidentales no es una noticia tan buena como podría parecer. Se debe sobre todo a los parches, procedimientos o artefactos que prolongan la vida tras el infarto, que además de caros resultan a menudo paradójicos o estériles, pues rara vez devuelven al paciente la calidad de vida que tenía antes del ataque. Los cardiólogos, los oncólogos y los neurólogos conocen una metodología mucho más poderosa y revolucionaria para prolongar la vida: mantenerse delgado. El problema es que eso suele implicar pasar hambre y penalidad, y por lo visto hay quien prefiere el infarto, el cáncer o la enfermedad neurodegenerativa a esa travesía del desierto, a ese enterrarse en vida en la flor de la mediana edad.
Esta es, en el fondo, la razón de que buena parte del esfuerzo investigador de la Big Pharma se centre en los fármacos adelgazantes. La cuestión va mucho más allá de la estética (aunque la estética por sí sola ya podría generar un buen mercado). El sobrepeso y la obesidad son la verdadera bestia negra de la medicina contemporánea: la causa directa del desorden metabólico y la diabetes, y a partir de ahí de casitodos los jinetes del apocalipsis de nuestro mundo, incluidos el infarto, el ictus y muchos cánceres y enfermedades degenerativas.

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