jueves, 24 de abril de 2014

Un oído biónico para la sordera profunda


Imagínese un implante coclear que además de ayudar a escuchar a las personas con sordera profunda también consiga regenerar algunos defectos del nervio auditivo. Por primera vez, un grupo de investigadores australianos utiliza los impulsos eléctricos de este dispositivo externo para aplicar terapia génica en este órgano y lograr así que esta tecnología tenga resultados más satisfactorios.

En el 80% de las personas con hipoacusia postlocutiva (después de la aparición del habla y generada como consecuencia de alguna enfermedad adquirida), el implante coclear funciona correctamente, pero en el resto de los casos la situación es más compleja.

Generalmente, la pérdida de audición profunda está relacionada con el deterioro del órgano corti, situado en la cóclea (oído interno) y compuesto por células sensoriales auditivas llamadas células ciliadas. Es como el micrófono del cuerpo. Lo que hacen estas células es procesar el sonido en un estímulo eléctrico que va a viajar por el nervio auditivo y por las vías auditivas centrales. Hay personas que, además de tener estas células lesionadas, también presentan deterioro en las fibras que constituyen el nervio coclear. Dependiendo de la causa que haya producido la lesión auditiva, explica Manuel Manrique Rodríguez, especialista de Otorrinolaringología de la Clínica Universidad de Navarra, el afectado tendrá mayor o menor porcentaje de fibras dañadas".

Imagen del implante coclear en el oído de la cobaya.
"Cuando no hay una cantidad suficiente de fibras sanas, el resultado del implante coclear no es del todo positivo", señala el experto español, y es aquí donde entra en juego la investigación australiana. Se han servido de una cobaya para ensayar un tándem muy prometedor. Por un lado, utilizan el implante coclear para 'baypassear' la lesión del órgano corti (recoge los sonidos y los transforma en impulsos eléctricos, tal y como hace la cóclea). Al mismo tiempo, aplican una terapia que permite la regeneración de las neuronas dañadas del nervio coclear.

¿Cómo? Mediante terapia génica. El equipo de científicos del departamento de Fisiología y Neurociencia de la Universidad de New Sotuh Wales (UNSW, Australia) utilizó en cobayas el propio implante coclear, pero antes de insertarlo, inyectaron un virus modificado en el líquido perilinfático del oído para que, al entrar en contacto con las células cercanas a los electrodos del dispositivo, se libere una sustancia regeneradora (neurotrofina) capaz de reparar de forma selectiva las fibras dañadas del nervio coclear. "Este gen actúa como factor de crecimiento nervioso y estimula la restauración del nervio", argumenta Jeremy Pinyon, uno de los autores del ensayo.

Además, según relata el estudio, publicado en la revista Science Translational Medicine, la propia estimulación eléctrica con la que el dispositivo funciona potencia el efecto neuroregenerativo de la neurotrofina y esto hace que la eficacia del tratamiento sea mayor. En este ensayo, "hay una simbiosis perfecta entre el uso del implante y de la terapia génica", opina Manrique Rodríguez. Coomo explica otra especialista consultada por El Mundo, Ana María García Arumi, jefe de sección de Otología del Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona, "se crea un campoeléctrico que favorece la liberación de la sustancia neuroregenerativa".

Tal y como muestra la imagen, este tratamiento experimental consigue subsanar las fibras del nervio auditivo y, por lo tanto, también podría lograr en un futuro que el implante coclear también sea satisfactorio en un porcentaje de personas con sordera profunda (aproximadamente el 20%) en el que ahora no lo está siendo.

No obstante, también permitiría mejorar el rendimiento de estos dispositivos en los afectados en los que ya los resultados son óptimos. "Las personas con implantes cocleares consiguen un buen entendimiento del habla, pero su percepción, por ejemplo, de la música, se ve mermada", expone Gary Housley, principal responsable del trabajo australiano. Como apunta el otorrinolaringólogo de la Clínica Universidad de Navarra al comentar este estudio, es verdad que "el acceso a la información sonora más allá de la palabra hablada, como la radio, el teléfono, la televisión, es más complicada, muchas veces porque hay mayor distorsión frecuencial".

El provecho futuro de este trabajo, subraya la experta del Vall d'Hebron, es que "en el futuro el implante asociado a la neurotrofina ayude a mejorar la audición", aunque, pensando más a largo plazo, quién sabe si "quizás no haga falta poner un implante" y sea suficiente la acción de esta sustancia para la recuperación de la sordera.

Hasta la fecha, "nadie había intentado usar el implante coclear para aplicar terapia génica", asegura Housley, y "hemos demostrado que con esta técnica puede ser mucho más eficaz". Sin embargo, de momento sólo se ha demostrado en la cobaya. Aunque es un animal muy utilizado en investigación de Otorrinología, por su fácil acceso al oído interno, aún no se ha comprobado en seres humanos. "A la hora de extrapolar, hay que tener mucho cuidado", advierte Manrique Rodríguez. "Esta técnica podría producir crecimiento neuronal en otras áreas del sistema nervioso y ocasionar un tumor de estirpe neurológica. En este salto de animal a humano, hay un sistema inmunológico diferente que podría reaccionar de forma distinta".

En cualquier caso, dice el especialista español, se trata de un "estudio sólido e interesante" que además da pie al estudio de la integración de esta tecnología en otros dispositivos, tales como los electrodos utilizados en la estimulación cerebral profunda para el tratamiento de algunas enfermedades neurológicas como el Parkinson y la depresión.

"Nuestro trabajo tiene implicaciones mucho más allá de los problemas de audición", remarca Matthias Klugmann, otro de los firmantes. "Nuestra tecnología proporciona una novedosa plataforma para la transferencia génica segura y eficiente en tejidos tan delicados como los del cerebro" y, por lo tanto, podría suponer una oportunidad para el tratamiento de trastornos neurológicos complejos mediante terapia génica, apuntan los autores del estudio.

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