A partir de este año, cuando se hable de cócteles antivirales ya no habrá que pensar solo en VIH. Otra enfermedad infecciosa, la hepatitis C, se acerca a “una revolución como la de la penicilina” por estos tratamientos, en palabras de Jaume Bosch, presidente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH). Se refiere con ello el médico a la llegada a la práctica clínica de tratamientos antivirales que, combinados de dos en dos o usando tres a la vez, pueden curar más del 90% de los casos de esta enfermedad en un periodo que va de las 12 a las 24 semanas, dependiendo de la gravedad del paciente.
El impacto puede ser enorme en la salud pública. En España se calcula que puede haber hasta 900.000 infectados por la hepatitis C, aunque hasta un 70% no lo sepa. Esta enfermedad puede permanecer latente mucho tiempo, y luego producir cirrosis o cáncer hepático. Se le atribuyen unas 10.000 muertes al año solo en España, y es responsable de la mitad de los mil trasplantes de hígado que se hacen al día.
Se trata de una enfermedad identificada hace relativamente poco. Hasta 1992, las hepatitis C, unas infecciones que se transmiten por la sangre —tienen muchas similitudes con el VIH también en esto— se calificaban como hepatitis no A no B, que eran las que se tenían bien clasificadas. Desde entonces el avance ha sido tremendo. En poco más de 20 años se puede pensar en la curación. Se ha identificado el virus y hay una prueba, un análisis de sangre, que por unos 10 euros puede identificar a los infectados. Y este es el primer paso para la erradicación. Un segundo sería si se consiguiese una vacuna. Y precisamente este miércoles, Nature publicó un trabajo sobre las proteínas de la cubierta de este virus que abren la puerta a una inmunización.
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